jueves, 7 de julio de 2016







La evaluación formativa consiste en un abanico de procedimientos de evaluación, formales e informales, integrados en el proceso de enseñanza-aprendizaje y orientados a modificar y mejorar el aprendizaje y comprensión de los alumnos. 


Otra definición, también muy genérica pero clarificadora es ésta: La evaluación formativa es el proceso utilizado por profesores y alumnos durante el período de enseñanza-aprendizaje que aporta la información necesaria (feedback) para ir ajustando el proceso de manera que los alumnos consigan los objetivos propuestos.



(Melmer, Burmaster y James, 2008)8 . El elemento formal (que hace que la evaluación sea precisamente formativa) está en aportar información (feedback) durante el proceso para mejorar los resultados finales. La evaluación formativa no es un añadido, sino una parte integral del proceso, tanto como lo son las explicaciones del profesor. Cuando se habla de proceso lo que se quiere decir que es que no hay un tipo de prueba en concreto que acapare el término de evaluación formativa, sino que caben muchas estrategias distintas (que apuntamos más adelante). 









CUANDO SE DEBE EVALUAR



La evaluación formativa está integrada en el proceso de enseñanza y aprendizaje, es decir, no se limita a certificar con una nota un determinado nivel de aprendizaje. No va a haber un momento, sino todos los que sean necesarios y posibles; eso es lo que se quiere decir cuando se afirma que la evaluación formativa está integrada en el proceso de aprendizaje. La evaluación puede ser de hecho un excelente método de enseñanza, y La evaluación formativa 11 tan importante como las explicaciones del profesor. Como nos recuerda Yorke (2003) al poner de relieve la importancia de la evaluación formativa en la Universidad, el aprendizaje depende del conocimiento de los resultados en un tiempo y en una situación en el que este conocimiento puede ser utilizado para corregir los propios errores (Yorke, 2003)









 La finalidad de la evaluación


No se trata ahora de verificar resultados finales, sino de ayudar al alumno en su tarea de estudiar y aprender. Buscamos el éxito del alumno, que es también nuestro éxito profesional en cuanto docentes, y no el fracaso. Lo mismo que se hace en otros procesos, no se espera hasta el final para descubrir que los aparatos no funcionan o que los automóviles no pueden arrancar. Parece algo muy elemental pero con frecuencia pasa desapercibido que el producto de nuestra tarea profesional en cuanto docentes es la calidad del aprendizaje de nuestros alumnos. También puede parecer una obviedad el decir que el fracaso no es un indicador de éxito, aunque en algunas culturas educacionales un determinado porcentaje de fracasos se interpreta (y a veces casi se exige) como un indicador de calidad y de nivel de exigencia. Sobre el fracaso de muchos o de algunos alumnos como indicador del nivel de exigencia ha tenido un eco notable el libro de André Antibi (2005) la constante macabra; esta constante macabra es el porcentaje de suspensos, más o menos fijo, que muchos o algunos profesores mantienen como necesario e inamovible para mantener su prestigio de profesores exigentes. Antibi se refiere a la educación pública francesa en sus niveles primario y secundario, pero éste es un tema que nos invita a todos a una buena reflexión. Es claro que los profesores no somos responsables de todo…; hay muchas variables que no controlamos y el fracaso de muchos alumnos puede tener muchas causas y concausas que no tienen que ver con nosotros, pero en cualquier caso el fracaso no es indicador de nada de lo que en principio se pueda presumir y a los profesores nos toca examinar lo que tiene que ver con nosotros. Volvemos sobre esto al final, al hablar de la otra cara de la moneda. 




































La evaluación formativa cuya finalidad no es en principio calificar sino ayudar a aprender, condicionar un estudio inteligente y corregir errores a tiempo. Esta evaluación formativa no es un punto final sino que está integrada en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Por utilizar una analogía agrícola, una cosa es recoger la cosecha (evaluación sumativa) y otra distinta cuidar y fertilizar nuestro campo de manera eficaz para que nos dé una buena cosecha (evaluación formativa). En el enfoque formativo de la evaluación distinguimos por lo tanto dos características relacionadas entre sí; el para qué y el cuándo de la evaluación.







LA EVALUACIÓN FORMATIVA 



La evaluación es una parte integral del proceso educativo. Las evaluaciones más evidentes son sumativas, es decir, van midiendo mediante controles y exámenes lo que los alumnos han aprendido, imputando a los centros la responsabilidad del rendimiento de sus alumnos. Pero también pueden ser "formativas". La evaluación formativa consiste en evaluar el progreso y los conocimientos del alumno de forma frecuente e interactiva. De esta manera los maestros pueden ajustar sus programas para satisfacer mejor sus necesidades educativas. La evaluación formativa se distingue de la sumativa en que la información que se recoge en el proceso formativo se usa para ir modelando las mejoras en lugar de limitarse a resumir los logros. Los principios de la evaluación formativa se pueden aplicar tanto en el ámbito del centro como en el político, determinando las áreas que hay que mejorar y apoyando la cultura constructiva de evaluación en los sistemas de enseñanza. Los estudios muestran que la evaluación formativa es una de las estrategias más efectivas para aumentar el rendimiento escolar. También es importante para lograr una mayor regularidad de resultados escolares y para que los alumnos “aprendan a aprender”. Pero la evaluación formativa no se practica de forma sistemática, especialmente en enseñanza secundaria básica – el centro de este estudio –, donde las barreras a la innovación y al cambio son a menudo más difíciles de superar. Ejemplos de estas barreras son las tensiones entre realizar evaluaciones formativas o realizar pruebas sumativas que reflejan en alto grado la responsabilidad del centro (los profesores tienden a enseñar para el examen), y la falta de coordinación entre el sistema de enseñanza, los centros y las aulas en evaluaciones y controles.